Torres del Paine

2016/02/05 y 06 y 07                        

Salimos para ir al PN Torres del Paine, en concreto por su entrada de la portería de Río Serrano.
De camino pasamos por la puerta de la famosa Cueva del Milodón. No entramos siguiendo el consejo de René, el brasileño que encontramos en nuestro recorrido. Según él es una tomadura de pelo.
La vegetación encontrada, las cimas que se divisaban, los lagos que hemos visto, crean la convicción de estar en zona de alta montaña, pero hay un dato que te descuadra, el altímetro marca 20 metros sobre el nivel del mar.

El P.N. Torres del Paine al fondo

Nuestra visita al parque ha durado 2 días y medio. El recorrido ha sido de oeste a este pasando por el sur.
El norte solo se puede visitar a pie, en un treking de 8 días.
El parque de una extensión similar a Bélgica, tiene su plato fuerte en el macizo de las Torres.
Nosotros siempre hemos girado a su alrededor.

Primero, por la mañana, visitamos el lago Grey, haciendo una excursión en barco para conocer el glaciar del mismo nombre.
Vista parcial del lago Grey
Glaciar Grey

 Por la tarde andamos el recorrido a la Gran Cascada y continuamos hasta el mirador de Los Cuernos.
Cuesta imaginar que estás a 100 metros sobre nivel del mar y a pie de estas moles de más de 2.800 metros.

La Gran Cascada

Vista de los Cuernos

Dormimos en el camping Pohoe, con memorable visión desde su restaurante.
Al día siguiente nos trasladamos hasta las instalaciones Las Torres (hotel, camping y albergue). Desde sus inmediaciones salen tres de las más importantes rutas.
El treking de la ‘W’ de unos 4 días de duración, el del norte (ya mencionado) y uno en subida al refugio Chileno, siguiendo al de Las Torres y terminando en el mirador de las mismas.
Nosotros nos animamos con la subida al refugio Chileno (500 mts de desnivel).
El sitio es de locura, en términos humanos, por la alta concentración que hay de personas.

Por la tarde lectura, refrescamiento en el bar del hotel y cena en el mismo. Terminamos con música folclórica en vivo (no muy buena). La dormida fue en el camping.

Al día siguiente fuimos hacia el lago Azul para ver de frente Las Torres y salimos por su portería de la Laguna Amarga.
Torres del Paine

El parque da para bastante más, alejándote de este macizo y buscando otros que se divisan en lejanía.

Los días en el PN han sido magníficos, incluso con un punto de exceso de temperatura.

Dejando el parque nos fuimos a la frontera con Argentina que hay en Cerro Castillo, para llegar a Calafate.
Es una frontera que solo se usa en verano por lo cual no hay mucho tráfico.
Pasamos el puesto chileno de maravilla (10’) y cuando llegamos al argentino los ojos no querían creerse lo que veían. Autobuses, furgonetas y coches aparcados por todos lados y lo peor dos enormes filas saliendo de una casa grande de madera.
Nos aclararon que en el pueblo de Río Turbio (unos kms hacia el sur y el paso normal de frontera) están cortando el tráfico por 4 horas y luego dan paso durante media para volver a cortar otras 4.
Todo el mundo se está viniendo por esta frontera para ir/venir a/de Chile.
Tardamos 3 horas y cuarto.

A 30 kms de Calafate, dos coches parados en arcén y con muestras de avería.
Nuestra vena de auxilio en carretera no se reprimió y paramos para ofrecer ayuda.
Eran dos coches de Chile a pasar unos días en Calafate.
Uno de ellos tenía rota la única correa que llevan los Symsang (o algo así) en su motor Mercedes.
El segundo coche había enganchado una rústica cuerda pero la habían roto.
La ayuda nos la aceptaron de inmediato pues iban con tres niños y podía caer el anochecer.
Préstamo de eslinga, argolla y cerramos el paso con las luces de aviso encendidas.

Nos acordamos de Carmén y Jose Luis cuando iban tirando en Marruecos de un coche de la misma marca, y nosotros haciendo de escolta.
Al llegar a El Calafate, no sabían donde estaban las cabañas que habían alquilado y al coche que tiraba (joven, pero de marca china) le olía el embrague sospechosamente.
Con el navegador busqué la calle a donde iban y con nuestro coche terminamos de arrastrar al averiado.
Dejados sin problemas en sus cabañas y con el agradecimiento de todos, pero especialmente de los niños.
La niña pequeña al despedirnos nos dijo un que Dios se lo pague, que con eso ya nos pagó ella.

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