Desde el día 12 al 16 de Marzo de 2016
Epílogo
Todo epílogo no deja de ser una despedida y este no es
diferente.
Antes que nada agradeceros vuestra presencia, como
receptores de nuestras crónicas y como escritores de correos con ánimos.
El
escribirlas, es sentir una compañía muy necesaria en un viaje de este tipo. Si
no supiera que estabais hay, me hubiera resultado muy difícil el hacerlo y no
hubiera cumplido otros objetivos colaterales.
Entre ellos y razón muy importante de estas crónicas, y
otras anteriores, es el trasmitir a nuestros nietos una experiencia del mundo
de los viajes, con la esperanza de que ellos continúen este camino.
Estamos convencidos que un viaje es una formación y la
manera más sencilla de abrir la mente.
También creemos en los viajes que se pueden hacer sin
moverse de la casa.
Viajar es una actitud.
Solo tienes que liberar el espíritu
del niño que llevamos dentro y acompañarle de la experiencia que hemos obtenido
en la vida.
Hay otra razón para esta escritura, más secundaria si se
quiere pero también importante, y es la publicación en un futuro ‘blog’, para aportar
conocimiento a lectores que estén pensando en realizar un viaje de este tipo y
lugar.
Comentadas, lo que podríamos llamar, las razones del ser, paso
al contenido de estos próximos días.
Puede que los tiempos verbales estén en futuro o en pasado,
sin mucha claridad; el motivo es escribir desde ahora un texto del cual unas
veces hablaré de hechos por venir y otra de ocurridos.
Esta crónica será una pequeña narración de acontecimientos o
valoraciones de los días en Uruguay, escrito en formato de texto normal y color
negro, sin entrega de fotos del camino, y será un conjunto de
reflexiones o comentarios surgidos a raíz del viaje, escritos en cursiva y
color azul.
El coche lo tenemos que entregar en la mañana del día 15
para su guarda en contenedor.
Nosotros después tomaremos el ferry a BsAs para esperar la
salida del avión el 17.
Con ello terminará nuestro viaje por Sudamérica.
Hasta la entrega referida haremos un recorrido por el norte
y la costa de Uruguay.
Dos paradas especiales.
Una en Tacuarembo, pueblo donde el espíritu tradicional
gaucho impera, según la fiesta de la primera semana de marzo. Nosotros no hemos
percibido especialmente esta idea. Todo Uruguay es muy rural y este pueblo
también, pero remarcarle de forma especial sus raíces gauchas es un poco
exagerado. A no ser que por tradicional entiendan tener pocos servicios.
Solo
hemos localizado un restaurante, digno de ese nombre.
La segunda parada será en Punta del Diablo y Cabo Polonio
para ver un punto de naturaleza virgen y despedirnos de los Leones Marinos.
Ya al día siguiente estaremos en Montevideo para ultimar
trámites.
Empecemos por una relación de refranes encontrados en
algún lugar por donde hemos pasado y que llamaron nuestra atención:
“El victorioso tiene muchos amigos, el vencido, buenos
amigos”.
“El mejor vino no es el más caro sino el que se
comparte”.
“En la vida unas veces se gana y otras se aprende”.
Otras veces nos hemos divertido con señales en la
carretera, como una muy común en Argentina:
“Por su seguridad no encandile” (traducido quiere decir
deslumbre).
Te encuentras no solo palabras, o frases, curiosas o
llamativas para nosotros, sino prácticas de conducción con las que hay que
tener cuidado. Por ejemplo, si el auto de delante te da el intermitente
izquierdo, quiere decir que le puedes adelantar, si es el derecho lo contrario.
El que tu seas el receptor de la señal es menor problema que cuando eres
emisor, pues lo haces de forma muy automática y puedes dar la señal equivocada.
Desde Tacuarembo a Punta del Diablo, confirmamos que las
carretera importantes de Uruguay, salen de Montevideo y se distribuyen por el
país en forma de estrella. Ello quiere decir que las carreteras trasversales,
podemos decir de oeste a este, son mucho peores y en algún caso puras pistas.
El paisaje es monocorde. Pastos y vacas, plantaciones de
regadío y en menor número de secano, brochazos de bosque, la mayoría de
eucalipto para la fábricas de papel; en definitiva un manto verde completo.
Todos los pueblecitos de la costa pegada a Brasil, con
famosa playa y convertidos en la actualidad en lugar de turismo, tienen el
mismo origen y desarrollo.
Nacen como una pequeña comunidad de pescadores; sus mujeres
realizan artesanías con la concha de los moluscos, para vender a un turismo muy
incipiente; en los años 80/90 los frecuentan personas del mundo ‘hippy’ y
naturistas; y hoy son lo que son.
Llegamos a Punta del Diablo. Este en concreto es un poco desastre.
El fácil acceso por auto, una densidad de oferta de cabañas, hoteles, camping,
muy superior al entorno que alberga, hacen que el abigarramiento sea
asfixiante.
Si no vas no pasa nada.
Hoy hemos estado en Cabo Polonio. Lo han puesto dentro de un
Parque Natural y solo se puede visitar si pagas una entrada que da derecho a
que te lleven, y devuelvan, en un espartano camión.
El ambiente es más tranquilo que en el otro cabo y si
quieres estar un par de días tumbado, mirando al mar y oyendo su rumor,
mientras dejas la mente en blanco, pues está bien el que te acerques.
Si no
pretendes esto, tampoco pasa nada por no ir.
En alguna crónica comentamos sobre la densidad tan alta
de capillitas (muchas parecen casetas de perro), que hay en las carreteras de
los países visitados. Son recordatorios de un accidente, normalmente mortal.
Una curiosidad añadida, fundamentalmente se da en Argentina, es ver muchas de
estas capillitas rodeadas de cientos de botellas de agua de plástico, u otras, con muchas banderas y cintas de color rojo.
Siempre la curiosidad nos pedía de conocer la razón de
estos simbolismos, y a hoy ya la hemos satisfecho.
Las botellas están en honor de La Difunta Correa. Fue una
mujer que en la guerra de la Triple Alianza (Argentina, Uruguay y Brasil contra
Paraguay), seguía, con un niño recién nacido, a su marido que iba como soldado
en el ejército. Las penurias y la sed hicieron que muriera, pero sus pechos no
se secaron y el niño pudo seguir mamando, hasta que fueron encontrados.
Las banderas y cintas rojas están en honor del Gauchito
Gil. Fue un hombre que en la misma guerra que comentamos anteriormente,
desertó. Los campesinos le ayudaban a huir, pero después de un tiempo fue
apresado.
Le condenaron a morir colgado de los pies y cortada su cabeza.
A su
verdugo le comentó que por favor cuando muriera le enterrara, pues su hijo
estaba muy enfermo y era la manera de que sanara.
Se cumplió la condena y como era costumbre no fue
enterrado.
Al día siguiente llegó la orden por la cual le condonaban
la pena capital. Su verdugo al saber que el hijo del Gauchito estaba muy
enfermo y que su muerte no debía haber sido, buscó su cuerpo y lo enterró.
Inmediatamente el hijo mejoró de su enfermedad y sanó.
Son dos historias entre la realidad y el mito, pero la
popularidad y creencia en la protección que dan estas ánimas está muy
extendida.
La Iglesia tiene verdaderos problemas con estas
realidades.
Solo pensar que en la fiesta de La Difunta Correa, a su,
llamémosle, mausoleo, se juntan más de 200.000 personas.
Mañana a las 11 y media hemos quedado con la persona que se
va a encargar del paso por Aduana del coche y de guardarlo en el contenedor.
Calculo que si todo va bien, sobre la una de la tarde
estaremos en disposición de dar el siguiente paso, la compra del billete para
pasar a BsAs en el barco.
Mi siguiente reflexión no tiene nada de mito sino de
realidad muy histórica.
Es comentar sobre una excepcional persona, Francisco
Miranda, y las sucesivas independencias de los países sudamericanos de España.
Más o menos conoceremos al chileno Bernardo O’Higgins y a
su compatriota General Carrera, a Manuel Belgrano, a Simón Bolívar y a José de
San Martín, como personas que tuvieron mucho que ver con dichas independencias.
Pero el más importante de todos (le llamaban ‘el precursor’),
es el referido Miranda.
Nació en Caracas en 1750. A pesar de ser de familia
pudiente, no desconoció la discriminación, pues para la clasista sociedad de la
época, los nacidos en las Islas Canarias (ese fue su padre) no se podían equiparar a los
peninsulares.
Con todo Miranda se fue a Madrid a solicitar al Rey grado
en el ejercito (esto se conseguía pagando a introducidos en la corte para
llegar a la máxima instancia, el rey, quien te lo otorgaba o no).
En este caso fue si.
Nuestro amigo tuvo
sus primeras victoriosas misiones luchando en Marruecos.
El fracaso de la toma de Argel y su enemistad con
Alexander O’Reilly, General Jefe en dicha toma, le hicieron querer buscar
misiones fuera de la Península.
La oportunidad la encontró cuando Francia y España enviaron
ejércitos para ayudar a los americanos del norte a independizarse de Gran
Bretaña.
Tanto y también ayudó en esta misión, así como en la
consolidación de la Revolución Francesa, que es el único americano que tiene su
nombre grabado en el Arco del Triunfo de París.
Napoleón decía de él que era un Quijote sin locura.
Se adelantó a su tiempo y vio que detrás de los EEUU
tendría que ir el resto de América. Para él, el resto era una única nación
desde el sur de Luisiana hasta Cabo de Hornos.
Con diez años de adelantó vaticinó la invasión de España
por Napoleón y la caída de la corona española.
Gran Ilustrado (hablaba ocho idiomas y era experto en
varias ciencias), fue el padre espiritual de los futuros participantes en la
independencia de las colonias, amén de su participación directa en guerras y
organización.
Como demasiado adelantado a su tiempo, los honores y
riquezas se las llevaron otros.
Moría solo y pobre; únicamente un periódico de segundo
nivel se hizo eco de su fallecimiento.
Ayer entregamos el auto para su envío a España. Se puede
decir que pasamos la Aduana mirando desde la barrera.
Es decir, entregamos el
papel que nos dieron la última vez que entramos al Uruguay, a la persona de la
Agencia que se encarga de la repatriación, nos quedamos en la calle y él pasó a
la oficina de Aduanas.
Salió y nos comentó que todo terminado, solo faltaba poner
el coche en el contenedor.
Ni firma, ni presencia personal, ni nada.
Fuimos a donde estaba el contenedor, desmontamos la carpa,
la pusimos al fondo del contenedor, introducimos el coche, desconectamos la
batería y ¡ya está!.
Fácil. En media hora todo resuelto.
Ni revisión del interior
del coche, ni comprobar que si lleva gasoil en el depósito, ni juramentos de
que no trasportas contrabandos, etc.
Nos dijeron que el puerto de Montevideo era mucho más fácil
que el de BsAs y es real.
De la lectura sobre la España de finales del siglo XVIII
(Carlos III y IV) y principios del XIX (Fernando VII), incluimos las Colonias,
es de destacar que los grandes protagonistas de las sucesivas independencias,
sobre todo de países del sur de América, tienen características similares;
hijos de familias pudientes; pasaron por Madrid para ingresar en el ejército;
tuvieron una buena educación que incluía idiomas; vivieron tiempos en Londres,
París e incluso EEUU; ellos o sus padres o familiares muy allegados tuvieron
problemas con la Inquisición (si, habéis leído bien esta organización estaba
muy viva en esta época).
En definitiva, eran lo que se dice verdaderos
‘ilustrados’.
Gran Bretaña estaba deseando devolver a España ‘la ayuda’
de independizar territorios americanos, pero siempre que no fuera en contra de
sus propios intereses económicos.
Francia, por convicción, prefería repúblicas a monarquías
y cuando pudo querer esto último, fue con Napoleón como emperador de todos.
No
podemos olvidar el escrito que disuelve el reino de España y proclama como
nuevo rey de lo territorios americanos al propio Napoleón.
Cuando Fernando VII ya no era rey y la Junta Central, la
cual operaba en representación de la Monarquía, desapareció, España estaba
descabezada y ese fue el momento en el cual los intereses de la oligarquía
americana, de los criollos, de los militares ilustrados, se unieron, para
proclamar las diferentes independencias americanas del centro y sur.
Esto es la historia más o menos aséptica, pero si
profundizamos en el papel de nuestros reyes, de la Iglesia, de la Inquisición,
de las burradas que seguían haciendo los virreyes por aquellos pagos, de todos
los que veían la esclavitud como un pilar económico, y ponemos al frente a los ilustrados, tanto
americanos como peninsulares, que dieron luz a esa época, tengo que reconocer
que lo ocurrido fue lógico, y pensar, que la pena fue que nosotros no nos
independizáramos también.
Una vez entregado el coche, la concatenación de hechos fue
rodada hasta encontrarnos en el hotel de BsAs a las 9 y pico de la noche.
Comprar los billetes del barco, desplazarnos a la estación
de autobuses, reservar el hotel en BsAs, tomar el bus de Buquebus que nos llevó
a Colonia, tomar el ferry para cruzar el ‘Mar del Plata’ y un ‘remis’ hasta el
hotel.
El otro día oía una conversación entre un uruguayo y un
brasileño. El primero comentaba su pesar por la perdida de la costumbre de reunirse
los vecinos o familias al caer la tarde y compartir sus dichas o desventuras,
mientras los chavales jugaban alrededor. Era un aprendizaje de socialización.
El brasileño le contestaba que esa costumbre era muy
española pero no portuguesa, por eso se hace en Argentina o Uruguay pero no en Brasil.
El uruguayo, hombre de una cierta edad, termino su
comentario con la frase, la culpa de todo la tiene el chupete electrónico
(refiriéndose a la tele).
Hoy nos relajamos, lo que el calor permite, en la ciudad.
Mañana a la una de la tarde tomaremos el vuelo del regreso.
Para despedirnos y dado que si debo elegir un país en
este viaje, es Argentina, lo mejor es terminar con unas risas, como las que me
dejó un chiste que me contó un propio argentino:
“Estaba Dios con sus ángeles haciendo el mundo y les
comentaba:
Aquí, en este triángulo final de tierra, pondré los cinco
tipos de clima, y las montañas de más bellos colores, y unos árboles que serán
la admiración, y …,
un ángel, interrumpiéndole, le dice,
Señor, estás describiendo el Paraíso Terrenal.
Dios, como hablando para sí mismo, comenta,
No, no he terminado, no he dicho que también pondré a los
argentinos”.
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