Junín

2016/02/26                                         

Esta noche ha llovido para alimentar a los alerces por varios días. Por la mañana estaba todo nublado y continuaba lloviznando.
Pensando que el tiempo no nos va a acompañar en la ruta de Los 7 Lagos, tomamos la carretera para San Martín de los Andes.

Al poco de salir un discontinuo ‘clik clik’ nos va preocupando. Después de muchas búsquedas descubrimos que desaparece cuando quitamos el sistema de calefacción-aire acondicionado. Del mal el menos, es cuestión de ir a temperatura ambiente, es decir unos 7º C.

Inicio de los 7 Lagos
Pero las flores si acompañaron

El recorrido desmerece con esta climatología. Todo es pardo y gris.
Paramos en los dos primeros lagos y con ello hemos llenado el cupo de vistas.



Llegamos a SMDLA y nos dirigimos a un concesionario Ford para consultar el problema. Remilgados de turno:
“Solo podemos atender a autos de nuestra marca. A unos 8 kms hay un concesionario Subaru, puede que le atiendan”.

Allí nos vamos y nos citan para después de comer.
Volvemos a la cita, explicamos la preocupación del ‘ruidito’ y en unos tres segundos nos da el veredicto:
“Es un motorcillo que envía el aire, frío o caliente, por las toberas para que salga al habitáculo. Tendrá polvo. Quitárselo y engrasar, es todo”.
Cuando lo desmontan, le dan la vuelta y golpean contra el suelo, en el mismo se quedan varios milímetros en altura de polvo.
Media hora de trabajo y todo arreglado. El coste es como una hora de la Toyota de Madrid, pero hay que entender que es un servicio de urgencia y en todo caso eres un europeo con euros.

Terminamos el día paseando por el pueblo y comprobando lo parecido que son todos los vistos desde Bariloche; en ello va incluido los precios.
Cuando entras a una tienda, tomas una habitación o comes en un restaurante, sientes que te han quitado un gran penacho de plumas.


2016/02/27                             

Salimos para Junín de los Andes con el cielo como estos últimos días, encapotado que se dice.
A los 20 metros, maldición, siento una rueda pinchada. Confirmado. Paciencia y a cambiarla.
En el inicio de la operación empieza a llover.
Al final, para encajar la de repuesto no me queda más solución que sentarme en el suelo,  apoyar la rueda en el tobillo a modo de palanca y dirigiendo con las manos, ponerla.
La rueda está cambiada pero mi ropa, entre agua y barro, está para lo mismo.

Llegamos a una ‘gomería’ y me pueden arreglar el pinchazo.
Me ceden un baño para cambiarme de ropa. Cuando salgo, malas noticias, no es un pinchazo sino una raja en la llanta y por hay pierde el aire. 
Me comentan que justamente en ese punto ya ha sido reparada.
Película por la cabeza. Efectivamente, hubo un pelo de fisura y en Sierra Overland la enviaron a reparar a Portugal. Se ve que pusieron como una pasta por encima del pelo, pero ahora el pelo ha crecido y sale hacia el interior de la llanta.
Me dice el mecánico que es un riesgo pues la rotura puede seguir y romper del todo. Cerca hay una persona que repara este tipo de llantas de aluminio.
Sin opción, nos vamos para allí.
Diagnostico. Se puede reparar; hay que quitar todo el material de la anterior reparación (en comentario personal me dice que el arreglo fue una chapuza). Vuelva en un par de horas a recogerla y no monte la goma hasta el día siguiente.

Así lo hacemos. La solución es similar a la anterior; cambia el material de soldadura. El de antes era como una pasta y este es metálico.
La llevaré de repuesto y en Madrid analizamos la situación.

Por el arreglo de la fisura de la llanta, llegamos a Junín a la hora de comer.

Lago Huechulafquen
Nuestro plan era entrar al lago Huechulafquen, seguir hasta el lago Paimún, contemplar el volcán Lanín y andar por la senda que sube hasta el pie del citado volcán; al menos hasta su mitad donde encontraremos un bosque de Araucarias.

Después de picar un tentempié, nos vamos hacia los lagos. Entramos en pista con nubes y claros pero al poco tiempo, nos adentramos en un mundo de nieblas.
El volcán será visto en otra ocasión y cuando llegamos al inicio de la senda, un cartel comenta que la senda es difícil, entre ida y vuelta son 8 horas y que no se puede iniciarla después de las 11 de la mañana. Si no te quedas en el refugio, la vuelta es obligatoria antes de las 16h.

Con todo merece la pena el viaje. Las vistas, aun sin sol, son de belleza cromática.
Al final de la pista llegas a una granja donde entre muchos animales tienen un Huemul que recogieron de pequeño. 
Toda la charla la tenemos con un chaval que vive en SMDLA, pero que pasa vacaciones con su tío y primos en esa granja. Cuando nos despedimos, están ensillando un pony para montarle.

Otra curiosidad de la zona es una capilla en honor de la Virgen de la Anunciación, que levantó un italiano en el año 2000.

Lago Paimún
Vista desde el interior de la capilla
No hemos comentado pero lo hacemos ahora que en las orillas de los dos lagos visitados viven familias mapuches.
Claramente el trabajo en madera que alberga la capilla es obra de ellos, sobre todo un nacimiento en madera, llamando la atención las cabezas de José y María.

El tejado de la capilla también es peculiar; tiene un campanario católico y un ‘bulbo’ de iglesia ortodoxa. 
Adela dice que no es esto último, sino que representa una piña del árbol de la araucaria. Puede que lleve razón.

La araucaria, nuestro tercer gran árbol, es sagrado para la comunidad mapuche, sobre todo por ser una fuente de alimento. Nadie, excepto ellos, pueden recolectar sus piñones.
Su antigüedad proviene de cuando Australia, Antártica y Sudamérica formaban todavía un continente.
Hemos querido comprar piñones de araucaria pero faltan un par de semanas para encontrarlos. 
Si hemos cogido y comido alguno del suelo.

De vuelta a ‘casa’ paseamos por el pueblo de Junín.
Es muy distinto en construcciones, ambientes, tipología de personas y precios, a los encontrados anteriormente.
Es verdad que su emplazamiento está en los inicios de la planicie patagónica.
Es curioso salir del lago Huechulafquen rodeado de bosques y en unos diez kilómetros estar rodeado de laderas pajizas y en una significativa ausencia de árboles.

Llevaba tiempo viendo las boinas gauchas y llamándome la atención.
Hoy durante el paseo hemos encontrado una tienda de artículos gauchos y he entrado a probarme una.
Como Adela no se ha reído, al menos en demasía, me la he comprado.
Lo curioso ha sido ver la etiqueta interior de la misma: “Tolosa”.

Creo que la influencia de las boinas se demuestra de por donde viene.

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